En Londres apenas son las diez de la mañana y se lanza a hacer llamadas telefónicas desde el escritorio de su habitación del Hotel Península, con todo Hong Kong a sus piés. Los chicos vestían camisas o túnicas indias de algodón, y zamarras de piel de cordero de origen afgano; las chicas llevaban largas faldas de flores estampadas y chalecos de cuero o ganchillo, con profusión de collares y abalorios.
En esa época estuvo de moda entre los hombres afeitarse la parte frontal de la cabeza y llevar una larga trenza; también las mujeres se afeitaban la frente y estuvieron de moda las uñas muy largas. El vestido de la emperatriz era similar, pero solía tener más capas y llevaba una falda debajo y una túnica sin mangas. En 1911, con el fin de la era imperial, el nuevo gobierno promovió la indumentaria de estilo occidental para los altos funcionarios.
