Acabo de quedar con un tío lleno de tatuajes que me miraba de reojo mientras levantaba pesas. Destacó también por sus pases, que convertía en auténticas performances. Las mujeres llevaban la cota, una túnica larga interior escotada y ceñida al cuerpo, y un vestido exterior sin mangas y de larga cola (surcot), con aberturas para los brazos muy largas (fenêtres d’enfer, «ventanas del infierno»); encima llevaban un corpiño corto, de rico paño y bordado en oro.