Eso sí, las imágenes de aquellos soldados desprovistos de casacas y guerreras en el campo de batalla harían que esta pieza se asociara con el héroe masculino. Corría la década de los 30 y el uso de esta pieza se había extendido al mundo del deporte. Después llegaría la II Guerra Mundial y el gobierno de Estados Unidos surtiría de esta prenda a marines y militares, retomando así el uso original con el que surgió en la Edad Media.